En el diccionario de indigenismos de Emilio Tejera se define a Nonum de la siguiente manera: «Parece que es voz caribe. Nombre que se daba a la Luna y que también se aplicaba a la Tierra». Procediendo luego a hacer un recuento de los distintos usos, acepciones y similitudes con otros vocablos indígenas tanto de la región como externos a ella que se encuentran en las fuentes de su trabajo.
Nosotros hemos decidido quedarnos con el vocablo en Nonum Ediciones para hacer una conexión con las voces olvidadas de la región. No es una romantización de las lenguas nativas ni un borrado de las nociones afrodiaspóricas productos de la colonización. Es una afirmación de que existen conceptos que pueden ser reapropiados en nuestra vida contemporánea para constituir nuevos horizontes intelectuales.
La relación de la luna con la tierra es una relación simbiótica y que crea un orden en el funcionamiento del universo. Pensar en la imagen poética de la luna como un espejo de la tierra nos permite pensarnos desde la visibilización de lo subconsciente que sale a relucir en la escritura a la vez que construye una identificación con el otro. Nonum es, entonces, la materialización de lo interno en las palabras y el reconocimiento de la comunidad en el otro.
No somos la única editorial que construye su identidad asociando su nombre a la luna. Entendemos que existe una fascinación por el astro que corona la noche en todas las culturas y reconocer esa tradición también es importante para construir sentido. No trabajamos desde la competencia, porque entendemos que, en esencia, las interacciones en el ecosistema literario deben construirse en la cooperación para resistir a las presiones económicas que el gran capital ejerce en la consolidación de monopolios. Nonum Ediciones busca construir desde la prueba y el error dinámicas de interacción que se corresponda a la realidad cultural del siglo XXI sin entrar en los juegos depredadores que el sistema actual impone.
Nos concebimos como una editorial caribeñista por un sentido epistemológico y de identidad con esta región. No es una camisa de fuerza ni una mirada improductiva de considerar este territorio como ombligo del mundo. Al contrario, es una declaración de principios para desde esta latitud dialogar con otras realidades. Por lo anterior, regresamos al concepto de la mirada a la luna como un gesto simple que nos lleva al interior y que es una acción compartida en muchas partes, en muchos momentos. Ese gesto nos conecta con la humanidad.